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viernes, 9 de enero de 2015

Dentro de un libro hay amor



Todos los días, en el mismo café, de la esquina de en frente a la biblioteca nacional, hay una mesa vacía, esperando a por Harriett.  Quien es la única que la puede ocupar.
Cada fin de semana, a las tres de la tarde, ella, con su pelo recogido en una coleta a medio hacer y con su abrigo de todos colores, traspasa la puerta del café y disfruta de su larga y placentera tarde.
 Quien la ve, piensa que es una aburrida chica más del montón, pero Harriett no es así, ella vive mil y una aventuras  en ese lugar, solamente con abrir un libro y levantar el ancla de su imaginación, sale a navegar tras las aguas más pacíficas o agitadas, todo depende de lo que ella decida. Y aunque las historias cambien, el personaje principal siempre va a ser él. El hombre de la mesa de enfrente. Se que suena genérico, y es que en realidad ella no sabe su nombre, pero  tiene la certeza de que él se sienta siempre en la misma mesa porque la quiere ver, porque viene solamente para estar con ella. Y eso, aunque es un pequeño gesto, a Harriett le gusta, quizás mucho más de lo que le tendría que gustar.
Yo no la culpo, pues el misterioso hombre tiene unos hermosos ojos verdes y una sonrisa de esas que logran transformar el día de cualquier mujer, y aunque parece un poco más grande que Harriett, no lo es. Pues ella tiene la edad que quiera tener.
Mientras Harriett pide su café y abre su libro, él la imita. Y de esta forma ella sabe que su tarde, su maravillosa tarde, ha empezado.
Harriett puede sentir su mirada posada en ella, y aunque le tendría que molestar no lo hace, a ella siempre la miran.
Tras terminar un capitulo de esas largas e interminables novelas que lee, se toma unos minutos para verlo también. Él lo sabe, y le fascina, pues pone en su cara esa magnífica sonrisa que tiene, solo para ella y levanta una de sus cejas con sorna, ella como siempre, se pone colorada, pero esta vez Harriett no vuelve su cabeza al libro que tiene entre las manos como hace siempre, si no, que se queda mirando atentamente algo que nunca había visto antes en él. La pluma.
Él la vuelve a mirar, pero esta vez, de forma prepotente, como si la desafiara y Harriett se asusta, he intenta levantarse e irse del lugar pero no puede, su cuerpo no le responde.
El hombre misterioso agarra la pluma que había dejado al lado de su café y empieza a escribir de forma compulsiva, y mientras lo hace Harriett se levanta de su asiento, se para a un costado de la mesa y como por inercia camina hasta él. Escribe que se siente y ella lo hace.
Harriett no se mueve, ya no pestañea, Harriett se dio cuenta de todo.
Él sigue escribiendo y Harriett se acerca, él la mira y sonríe nuevamente. Escribe de nuevo y ella se inclina más cerca de él. Escribe otra línea y se besan. Ella ha recibido su primer beso. El más importante, un beso de él, de su creador, un beso que es real.
El hombre comienza a escribir de nuevo y Harriett se levanta, camina, traspasa la puerta y no vuelve a entrar, porque para que eso pase, él, el escritor, tiene que terminar su obra.
El escritor, escribe las largas novelas que Harriett ama leer, él escribe su vida, la vida de Harriett, su amada aventurera.
Ella es y será por siempre el único personaje femenino de todas sus largas historias.

Harriett representa el amor, su amor.


Sidney Duck <3

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