Te fuiste pero nunca me dijiste el por qué ni el cuándo, simplemente
desapareciste de mi cama, dejando una estela fría a mi alrededor de puro nada.
Ahora me siento sola
y desesperada, entre cuatro paredes de nada, porque estoy sola y abandonada.
Estoy harta de que me hagas siempre lo mismo, de que me
ilusiones y me dejes abandonada, que pienses de mí cosas que no son y que hagas
añicos mi pobre corazón.
Piensas que soy invencible, como una superheroina, una
mujer de acero, pero la verdad es que soy totalmente de algodón y de cristal. Lo
que se ve no es la verdad y tú más que nadie deberías saberlo.
Ahora, tirada en esta cama fría, me pregunto si estas con
otra, alguien superior a mí.
Todas las paredes de nuestra casa, mi casa ahora, tiene tus
recuerdos impregnados. Sos una estampa del decorado, de cada rincón de mi
hogar, sin embargo tú ya no estás.
¿Qué pasó con lo vivido? Lo has olvidado, lo has tirado al olvido
como un suicida tira su vida por un acantilado, o dejada que el impacto de una
bala haga que olvide todo.
Te quiero ver sufrir tanto dolor como el que yo estoy
sufriendo, y verte arrastrarte a mí como un desertor volviendo a su nación y
pidiendo perdón de rodillas. Me crees
misericordiosa , no lo soy.
Ya todo termino, cada
recuerdo está roto y no tiene arreglo, no hay más lágrimas en mis ojos así como
un asesino no cierra los ojos al matar. No hay que estar muerto para morir y no
hace falta ser un asesino para quitarle la vida a alguien.
Ya no quiero hablar más de ti, todo lo que recuerdo me mata.
Ahora voy a seguir haciendo lo que mejor sé hacer y dejarte atrás aunque cada
noche de vueltas en mi cama y las llamas me devoren. Sin embargo yo soy ceniza y tu solo una llama
que lo consume todo a su paso. Lo único que queda son cenizas, que a su paso
dejan vida, esa que tu quitas al pasar.
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