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jueves, 29 de enero de 2015




¿ Sabes quién sos ?






¿ Por qué no podemos ser lo que queremos ser? ¿ Por qué siempre estamos limitados por nuestro entorno? ¿ Será que no somos más que inventos de la sociedad? Estamos todos fregados. Y no lo digo por ser pesimista o no tener autoestima suficiente, pero quién puede sabotearnos más que nosotros mismos. Puede que no sea tan simple, que nosotros no seamos el problema concreto, que los que no nos dejen volar sean los que nos rodean. Puede que hasta nos hagan una correa con soga al cuello y nos la aten para que no podamos lograr lo que nos proponemos pero...¿ Lo hacen de forma intencionada o no?
Es raro pensar que el otro tiene la culpa, sobre todo, cuando nosotros somos "el otro" de alguna persona, cuando podemos ser culpables de la frustración de alguien cercano, alguien al que realmente queremos, apreciamos o amamos. Todos somos culpables. Algunos de formas más precisas o notorias. 
La verdad de esto, es que somos animales sociales, somos lo que el otro dice o hace, y no importa cuanta autoestima tengamos, siempre nos vamos a comparar, sobre todo con las personas que tenemos al lado. ¿ Pero qué pasa cuando esa persona no es el mejor ejemplo? Decaemos, nos transformamos en lo que otro es, pero nunca en lo que somos. 
Siempre aunque no queramos tenemos otra vida, podríamos llamarla una doble vida. Se que suena a novela de espionaje o para lo que algunos es peor, a infidelidad. ¿ No somos todos infieles con nosotros mismos? Quien no ha dejado de hacer algo que lo hace feliz por la opinión o la aceptación de otra persona, aunque eso signifique perder una parte de nosotros.
A medida que vamos creciendo nos vamos perdiendo, dejamos de ser fieles a nosotros y mutamos según avanzamos. Hay veces que simplemente nos perdemos, dejamos de ser nosotros mismos para ser alguien más. Algunos días nos ponemos frente al espejo, pero no nos reconocemos. Puede que la imagen sea la misma, puede que se note el paso del tiempo ¿ Pero somos nosotros ? 
Ya no somos quien eramos, ya no soy quien era.
Es difícil pensar en volver atrás, sobre todo cuando estamos perdidos del todo, y no solo nosotros sino los que nos rodean, porque todos y cada uno de nosotros  mutamos, puede que no nos transformemos  en cucarachas, pero la metamorfosis es igual de asquerosa. 
En definitiva todos somos bichos, más o menos repugnantes. Supongo que el grado de repugnancia depende de cuanto ha sido el cambio o si fue para mejor o para peor, pero eso también depende de nosotros y de la comparación que hagamos.
Si nos ponemos en un espejo y la imagen que se refleja es la misma que cuando eramos chicos puede que estemos yendo por buen camino. La niñez implica la inocencia, la capacidad de decir la verdad o por lo menos de mentir con ojos delatores, de ver al mundo con esos ojos y encontrarse con algo maravilloso. Cuando crecemos perdemos los ojos delatores y las mentiras salen a montones, ya tampoco vemos al mundo como algo maravilloso, porque el mundo es hostil y aterrador. No importa cuantos años tengamos o lo que hagamos , siempre mutamos.

viernes, 16 de enero de 2015

Cinco minutos de diferencia.





Cinco minutos de diferencia.





El reloj te puede matar....





Todos nacemos, vivimos y morimos, es lo que nos determina como seres vivos.

Pero entre nacer y morir hay algo que va a caracterizar como vamos a acabar. Podemos tener una muerte feliz, estar acompañados o morir solos y desahuciados. La vida y como la vivimos es lo que nos va a llevar a distintos tipos de muertes. Y aunque no todas las muertes sean igual la mía es digna de contar.

Hay un dicho que dice así, vive hoy porque no sabes si cuando cruces la calle te pisará un camión.  Cuando uno escucha eso, lo primero que se le viene a la cabeza es la imagen en caricatura de toda la sucesión de hechos. Uno cruzando la calle, llegando al medio y por alguna razón paras y esperas a que un enorme y espectacular camión te golpee , luego caes al asfalto y como pasa en las películas ves pasar tu miserable vida por delante de tus ojos, mientras que en un segundo plano sos consiente de cómo todo tu cuerpo deja de ser tuyo, como cada extremidad no te responde, como la gente grita a tu alrededor o eso es lo que tú crees que hace, porque ya no escuchas, ya prácticamente no ves, ya has muerto.  Completaste todo el recorrido, como en un juego de mesa, pero con la única diferencia que no tenias ninguna señal que te diera a entender que ibas a morir, sino, que cruzaste la calle cuando no tenias que hacerlo, y si no hubieras estado tan distraído por todos esos problemas que tenias y que te parecían graves, importantes, dignos de resolver lo más rápido posible, porque sino tu vida ya no iba a ser tu vida, o por lo menos no la que vos querías.

Esos pequeños y quizás grandes problemas son los que hacen a nuestra vida, lo importante es darse cuenta cuando hay que prestarles atención y cuando no.  Para que puedan entender mejor lo que les estoy diciendo voy a poner de ejemplo lo que fue mi perfecta vida.

Yo era una persona repetitiva, de esas que le gusta el cronograma y que nada ni nadie me sorprenda.  Esto, para muchos de ustedes puede sonar genial, porque es seguramente así como viven sus vidas, y tengo que decir que yo hubiera dicho lo mismo, pero en este momento no es el caso.

Me gustaba levantarme temprano, desayunar café y tostadas, luego cambiarme, cepillarme los dientes y el pelo y bueno, quizás con mucha suerte parecer arreglada e inteligente. Para mí, la imagen lo era todo, si tenias cara de aburrida, usabas lentes y sabias datos curiosos que a nadie le interesaban, la gente pensaría que eras inteligente, que digo, brillante.

La inteligencia, así como la belleza, logra intimidar a las personas, y es que cada uno de ustedes le tiene miedo a algo o a alguien, pero de lo que estoy segura es que todos le tienen miedo al fracaso, y si le sumamos que en toda sociedad hay amos y sumisos, se darán cuenta que yo era perfecta.

Mi perfección no se basaba únicamente en mi apariencia y la forma imperativa con la que hablaba, sino que me movía en el círculo social correcto. Entre gente frívola e hipócrita, que no tenían nada para hacer con sus vidas además de pensar que eran importantes e inteligentes. Si ese fuera realmente el caso, no hubiera sido tan fácil vivir de ellos.

No era una vividora, si eso es lo que están pensando, solamente era alguien que tenía hambre  de excito, que digo, yo estaba famélica.

Si uno quiere ser alguien en la vida y tiene la suficiente astucia como para conseguirlo  puede llegar muy lejos y caer muy bajo también.

En la vida todo depende del equilibrio, de los sacrificios y de la toma de decisiones. La vida es como un juego de ajedrez, pierdes, ganas o nunca terminas la partida, y ese momento es cuando tu muerte no significará nada.

Mi trabajo era lo mejor de mi vida, era uno de esos trabajos por los que te pagan una cantidad de dinero, que estoy segura tu no la ganarías en un año. Mi trabajo era fácil, lo único que tenía que hacer era conseguir que la alta sociedad invirtiera grandes cantidades de dinero en proyectos basura, de la clase que una persona inteligente y con plata no prestaría su oído para escuchar y mucho menos invertiría su dinero. Pero como os he dicho anteriormente, mi apariencia y toda yo era lo suficiente astuta para llegar a sumas inauditas y hacer que la vida de mi jefe sea  color verde.





Tras un largo día de trabajo fui informada que uno de los peces más gordos de todo el mundo se encontraba en la ciudad, más precisamente en “La Rosa”, uno de los restaurantes más caros y prestigiosos.  Así que,  saque mi culito de la cómoda silla de mi escritorio, tome el vestido de emergencia que tenia siempre guardado en uno de los archivos y me lo puse.

Al traspasar la puerta  de la oficina una vieja loca, con un cartel que decía “hoy vamos todos a morir” y que se encontraba siempre enfrente del edificio, me miró y me saludo.  Y en ese momento mi camino hacia la muerte estaba prácticamente escrito; todavía quiero creer que no fue ella quien decidió que ese día iba a morir, o que quizás solo quizás pueda tratar de hacerme a la idea de que el destino existe, pero todavía no me decido que creer, y tal vez sea que en el fondo, muy profundo en lo que sea que soy ahora, no lo quiero saber.

Tras llegar al lugar y hacerme pasar por  crítica gastronómica para poder pasar, busque desesperadamente a mi presa, me senté cerca de él e hice provecho de mi mentira.

Luego de dos platos y una botella de vino extraordinariamente cara, logré llamar su atención. Y aunque estaba que se me movía el rabo como a los perros, no lo salude, ni le hable, no hice ni un gesto, porque los hombres y sobre todo los ricos, son como los niños, quieren lo que no pueden tener.

Tres minutos después, el pez se transformo en pececito y se acerco hasta mi mesa.  Supongo que con todo lo que les he dicho antes ya se habrán hecho a la idea de que se trasformo en pescado, pero eso no ocurrió, porque por primera  vez en muchos años mi cabeza estaba en otro lugar.

Detrás de mi pez gordo se encontraba el amor de mi vida, ya sé que suena  cursi y meloso, pero ese hombre de pelo cobrizo, ojos verdes y mandíbula cuadrada, había tomado preso mi corazón y nunca me lo había devuelto. De repente era como si yo no existiera, por lo menos no en ese lugar y mucho menos hablando con este hombre forrado en dinero y grosero de una forma vulgar.

Estaba tan distraída que deje que el asqueroso hombre cambiara su lugar, y se sentara a mi lado. En un intento de seducción no tuvo mejor idea que ponerme una mano entre mis piernas y en ese momento fue cuando volví a la realidad.

Puede que yo fuese persistente, directa, y estuviera en ese lugar por trabajo, pero si hay algo que yo no hago por mi carrera es intimar, así que, me levante echando espuma por la boca, como si fuera un animal rabioso y a punto de atacar. El hombre que estaba sentado a mi lado cambio su cara de depredador sexual a una de cachorro mojado y eso fue lo que detonó la bomba verbal que salió de mi boca directamente hasta los oídos de ese tiburón y todos los comensales del lugar. Palabra a palabra e insulto tras insulto iba subiendo de decibelios hasta transformar lo verbal a violencia física. A mí, ningún hombre me iba a ofender y al mejor estilo de novela televisiva barata lo golpee, no solo una, sino que varias veces, hasta que alguien me sujeto desde atrás y me sacó de ese lugar.

Mi enojo no solo era por lo que ese hombre me había hecho sino, porque me di cuenta que la única que tenía la culpa de que el amor de mi vida se haya alejado de mi, era yo, yo era quien había tomado la decisión de alejarme de él, porque creía que era lo mejor para mi carrera, para mi vida, esa vida de la que tenía mucha hambre, del éxito.

El enojo me había puesto tan ciega que no me había dado cuenta hasta ese momento que me encontraba tirada en el pasto junto a él.

Sus grandes y fuertes manos me recorrían la cara, como si se estuviera fijando que estaba bien o como si me acariciara, sus ojos verdes me miraban de una forma que no pude entender. Todo mi cuerpo temblaba, ese hombre provocaba mi locura. Con un mano le toque su cara, era como rosar harina, siempre fue así. Una de sus manos toco la mía y me acerco más a él, sus ojos miraron los míos y sin decir una palabra ya nos habíamos comunicado, nos habíamos equivocado una vez y no lo íbamos a hacer de nuevo. Así que sin más nos besamos, cerramos con hechos lo que no podíamos decir con palabras.

Luego de un largo rato de charla, nos habíamos dado cuenta de que en verdad nunca nos habíamos alejado, es más, él trabajaba a dos cuadras de mi trabajo y no nos habíamos visto ni una sola vez.

Al llegar la noche decidimos que nos teníamos que levantar e irnos, nos despedimos  con un beso y nos prometimos ver al otro día para la hora del almuerzo, íbamos a empezar todo donde lo habíamos terminado, en el café de enfrente al lugar en donde trabajo.

Pero la vida es corta y yo nunca llegue a encontrarlo, no porque no quisiera sino porque como dice el dicho….

No, no me piso un camión, eso fue un chiste fúnebre de mi parte, pero sí llegue cinco minutos más temprano al lugar en el que nos íbamos a encontrar, y eso me mato.

Si hubiera llegado cinco minutos más tarde me  habría encontrado con un cordón policial y de seguro lo estaría llamando por teléfono para que nos juntáramos en otro lado. Cinco minutos después y me hubiera preguntado quién era esa mujer tirada en el piso con un balazo en su pecho y  rodeada de sangre, por que el asesino todavía no estaba siendo llevado a la comisaria, y cómo era que esto había pasado.

Cinco minutos y estaría viva.

Se puede decir que la rutina, la necesidad de controlar el tiempo, de sacarle lo máximo a cada minuto y el cronograma me mataron y no tuve la suerte de ver como mi perfecta vida pasaba enfrente de mí, simplemente morí de forma lenta y consiente.

Puede que no sea una de las mejores muertes, pero gane el juego de ajedrez o eso quiero pensar.













Procura llegar siempre a tiempo, ni un minuto menos, ni un minuto después.




Sidney Duck



¡Espero no duden en comentar!


lunes, 12 de enero de 2015

Le agradezco a Aleygelis H por su hermoso mensaje. 
Aleygelis , no he podido contactarme contigo porque creo que puede que hayas cargado mal tu email, así que si estas leyendo esto, te doy las gracias por tu apoyo y espero que no dudes en contactarte conmigo de nuevo o incluso que comentes las publicaciones. 

Besos,
               Sidney Duck 

viernes, 9 de enero de 2015

Dentro de un libro hay amor



Todos los días, en el mismo café, de la esquina de en frente a la biblioteca nacional, hay una mesa vacía, esperando a por Harriett.  Quien es la única que la puede ocupar.
Cada fin de semana, a las tres de la tarde, ella, con su pelo recogido en una coleta a medio hacer y con su abrigo de todos colores, traspasa la puerta del café y disfruta de su larga y placentera tarde.
 Quien la ve, piensa que es una aburrida chica más del montón, pero Harriett no es así, ella vive mil y una aventuras  en ese lugar, solamente con abrir un libro y levantar el ancla de su imaginación, sale a navegar tras las aguas más pacíficas o agitadas, todo depende de lo que ella decida. Y aunque las historias cambien, el personaje principal siempre va a ser él. El hombre de la mesa de enfrente. Se que suena genérico, y es que en realidad ella no sabe su nombre, pero  tiene la certeza de que él se sienta siempre en la misma mesa porque la quiere ver, porque viene solamente para estar con ella. Y eso, aunque es un pequeño gesto, a Harriett le gusta, quizás mucho más de lo que le tendría que gustar.
Yo no la culpo, pues el misterioso hombre tiene unos hermosos ojos verdes y una sonrisa de esas que logran transformar el día de cualquier mujer, y aunque parece un poco más grande que Harriett, no lo es. Pues ella tiene la edad que quiera tener.
Mientras Harriett pide su café y abre su libro, él la imita. Y de esta forma ella sabe que su tarde, su maravillosa tarde, ha empezado.
Harriett puede sentir su mirada posada en ella, y aunque le tendría que molestar no lo hace, a ella siempre la miran.
Tras terminar un capitulo de esas largas e interminables novelas que lee, se toma unos minutos para verlo también. Él lo sabe, y le fascina, pues pone en su cara esa magnífica sonrisa que tiene, solo para ella y levanta una de sus cejas con sorna, ella como siempre, se pone colorada, pero esta vez Harriett no vuelve su cabeza al libro que tiene entre las manos como hace siempre, si no, que se queda mirando atentamente algo que nunca había visto antes en él. La pluma.
Él la vuelve a mirar, pero esta vez, de forma prepotente, como si la desafiara y Harriett se asusta, he intenta levantarse e irse del lugar pero no puede, su cuerpo no le responde.
El hombre misterioso agarra la pluma que había dejado al lado de su café y empieza a escribir de forma compulsiva, y mientras lo hace Harriett se levanta de su asiento, se para a un costado de la mesa y como por inercia camina hasta él. Escribe que se siente y ella lo hace.
Harriett no se mueve, ya no pestañea, Harriett se dio cuenta de todo.
Él sigue escribiendo y Harriett se acerca, él la mira y sonríe nuevamente. Escribe de nuevo y ella se inclina más cerca de él. Escribe otra línea y se besan. Ella ha recibido su primer beso. El más importante, un beso de él, de su creador, un beso que es real.
El hombre comienza a escribir de nuevo y Harriett se levanta, camina, traspasa la puerta y no vuelve a entrar, porque para que eso pase, él, el escritor, tiene que terminar su obra.
El escritor, escribe las largas novelas que Harriett ama leer, él escribe su vida, la vida de Harriett, su amada aventurera.
Ella es y será por siempre el único personaje femenino de todas sus largas historias.

Harriett representa el amor, su amor.


Sidney Duck <3

miércoles, 7 de enero de 2015

Estoy enamorada ....

Estoy enamorada del amor. Puede que sea algo bueno o algo malo, quizás hasta no sea nada, pero supongo que nunca se sabe.

Quien dice es asta errado pensar que hay una persona indicada, o puede que muchas, que nos haga sentir completos, entendidos y amados. Conectarnos con los otros no es fácil, pero cuando lo hacemos puede que sea lo mejor que nos pueda pasar en la vida.

El amor se siente de muchas maneras y con distintas personas, así que ya saben, puede que hasta la sonrisa de un extraño nos de un enorme calor en el corazón, que una palabra nos pueda hacer sentir queridos o que nos destrocen el mundo en pedazos. 

Amar es hermoso y ser amado puede que hasta lo supere, pero la perdida y la angustia que puede generar llega a matar hasta a el más valiente y fuerte de todos.

Quizás nos tendríamos que de
jar acecinar por un ser amado, solo para saber que lo que sentíamos era un amor más grande que nosotros y que dejarse morir en brazos del ser amado puede ser el mejor lugar para morir.

Corre




Corre, corre, corre, es lo único que me digo a mí misma. Lo único en lo que me puedo concentrar.  Lo único que sé hacer.
        Mi vida se basa principalmente en correr de un lado a otro, de escapar, de tratar de no ser atrapada y llevada a un mundo irreal, un mundo sin sentido. Sin mi sentido.
        Quizás la percepción de la realidad no sea la misma para todas las personas, o quien dice sí. La única diferencia que nos separa a mí de los demás  es que yo corro, me escapo. Y no por eso soy más valiente. Yo simplemente trato de no ser llevada a un mundo irreal.
        Mientras la gente pasa a mí alrededor, me miran. Me miran como si fuera un ser extraño, como si tuviera algo en mi cara o en mi cuerpo que ellos no aprobaran, como si fuera de otro mundo. Un mundo en el que ellos nunca estuvieron y al cual muchos no van a llegar. No porque no quieran, sino porque no pueden.
        No pueden, simplemente, no pueden.
        Las miradas de los demás ya no me lastiman, no me tocan, no me afligen. Porque yo, estoy  sobre ellos, encima de todos y debajo de nadie. Y nadie es mi compañero. Ese con el que siempre puedo contar, mi todo.
        La vida no es fácil para alguien como yo, que corre y corre, y se escapa, para tratar de no ser agarrada y llevada a un mundo irreal, un mundo sin sentido. 
        Mi mundo solamente tiene sentido si me quedo donde estoy.
        Hay días en los que me aburro, en donde trato de conversar con alguien y no me responde. No me molesta. No necesito que me contesten.
        Yo, se la respuesta de todo. Yo lo veo todo y tú no me ves.
        No me ves porque no puedes, y aunque pudieras no querrías hacerlo, no realmente. Tu sueñas con migo, con mi voz, mi tacto, mi persona, mi todo, tu todo. Eso que hace ya tiempo perdiste. Me perdiste. Y yo, te perdí, los perdí a todos, y los volví a encontrar, pero nunca los recuperare. No porque no quiera, sino que ya no puedo.
        Todos los días te busco, te encuentro, y te acompaño. Paso la mayoría de mi tiempo, tu tiempo, con vos, disfrutando y aborreciendo cada minuto que pasa, cada conversación perdida. Pues aunque yo sepa todo, tus expresiones, tus palabras y el tono de tu voz me hacen falta, mucha falta. Ya no me conformo con ser tu sombra, una sombra clandestina.
        Mi vida se basa en cuidarte, y estar con vos todo el tiempo que pueda, ya que una vida, tu vida, no es suficiente tiempo. Al mismo tiempo yo corro, corro de un lado a otro, escapo, trato de no ser atrapada y llevada a un mundo irreal, donde tú no existes y yo no soy nada.
        Todos son nadie y nadie es nada.
        Solamente el día en que tu vida se acabe, la mía hará lo mismo, si es que a esto se le puede llamar vida. Cuando eso ocurra, los dos nos transformaremos en nadie, en nadie y luego en nada.

        Aunque tú pienses que falta mucho, para mí los días pasan demasiado rápido a tu lado. Y el tiempo se acorta. Tu tiempo, mi tiempo, para volver a estar juntos se esta acercando.



Espero les haya gustado...

Silencio

 Se le perdió una lágrima.  Se marchito una flor. Se derrumbo un muro de puro dolor. El aire sopló alto y las nubes derrumbo. Dígale al dest...